lunes, 10 de febrero de 2014

Complemento Agente

Imagen de Flickr de El Pelos Briseños
Después de tanto tiempo, sigo sin poder ordenar los acontecimientos de aquel día. Aunque no me culpo, la verdad,  lo que sucedió carecía de sentido, evitaba pensar en aquello.

Todo comenzó cuando yo y mi familia decidimos ir al parque donde a mi tanto me gustaba jugar con mi hermano, Adán. Mi madre había madrugado para preparar la comida de la que nunca llegaríamos a probar bocado. Fui sigilosa a la cocina donde mi madre posaba de pie ante el frigorífico abierto, que me sonrió para darme los buenos días con una sonrisa radiante y que dejaba al descubierto sus dientes perfectamente alineados y de un color blanco impecable. Era la mujer más bella que he conocido.
Me siguió mi hermano, que entró en la cocina, que todavía con los ojos cerrados, abrazó la pierna de mi madre en señal de buenos días.
Mi padre entró a la cocina, ya arreglado, y se precipitó para besar la misma boca que minutos antes me había dedicado la sonrisa más bonita del mundo.

Conseguimos arreglarnos en muy poco, algo impresionante para nosotros. El parque quedaba bastante alejado, y cogimos las bicis que compramos para este tipo de excursiones.
Adán era muy pequeño para ir en bici tan lejos, y mi padre seria quien lo llevaría en su bici.
Cuando llegamos ya era la hora de comer, y mientras mi madre y mi padre lo preparaban todo, yo y Adán nos fuimos a jugar, y acabamos en una especie de lago. Yo aburrida de jugar con un niño pequeño, me fui y dejé a Adán mojarse los zapatos en la orilla.
Fui a buscar algo entretenido a lo que dedicarme, y para cuando quise darme cuenta, solo escuchaba un grito aterrador proveniente de la garganta de mi madre.

Nada volvió a ser igual, su belleza se había esfumado como la nieve en primavera. Mi padre se había ido, solo de vez en cuando venía a verme a mí, y su energía ya no era perceptible, si es que quedaba.
No sé porque ya no sé quieren, no sé porque todas las noches escucho el llanto sofocado de mi madre, no lo sé. No me deja ir al parque, pero en cuanto puedo me escabullo y voy, paso horas jugando lo que no pude jugar antes con él.
No lloréis más, Adán está bien, le veo casi todos los días, es feliz, sé que no me creéis, y que os enfadáis cuando digo que me he escapado, pero es feliz... ¿por qué no le queréis ver?

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